martes, 21 de diciembre de 2010

Construcción

Cuando sea tiempo de cargar con la sonrisa pesada y doliente, adiestrada en la cabeza como mueca impertinente, cuando la libertad tenga precio y las pesadillas comiencen a cosechar sus frutos y solo persistan insistentes los errores y las penas. Cuando el andar cansino e intermitente encuentre su frontera, los pájaros callen, las palabras reboten y aquel dulce resplandor, tan característico de las esperanzas, oculte rigurosamente cada una de sus estelas. Cuando ya no quede tiempo, ni música, ni vino o ilusiones pasajeras. Cuando se vayan los amigos, se agoten las lluvias y los besos migren a otras tierras. Allí, en el abismo mismo de la muerte, más acá de la existencia y a pesar de todo, aguardan siempre impacientes las caricias tibias de un nuevo universo dispuesto a ser construido, piedra por piedra.