En la puerta de arriba del placard, bien atrás, debajo de unos pulloveres carcomidos por las polillas y un olor a encierro agudo, descansaba un enorme fajo de billetes que jugando a las escondidas reía a carcajadas de sus quejas monetarias en aquel enorme y descuidado olvido.
jueves, 10 de diciembre de 2009
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