viernes, 4 de febrero de 2011

Recapitulación

El estado de las costumbres amaina su fuerza y aparece otra de esas nubes de inconsciencia deleitando el paladar, estrujando la libertad al estado máximo hasta convertirla en realidad. Es cuestión de amortizar las caídas le había dicho el doctor Uzurriaga, eso si, sin dejarse perder demasiado, pero a su vez sucumbiendo de lleno en estas pequeñas delicias cotidianas de tenderse al sol a esperar la lluvia, comer con las manos el pollo y caerse de culo contra la cama para dormir un rato mas hasta que lleguen a buscarlo por la casa de Santiago del Estero al 500. No hay impaciencia, las cosas en su lugar a su tiempo. Solo eso, esperar la mañana hasta que ella diga alguna palabra de mas, se acaben las excusas y una brisa extraña entre por el ventanal de la derecha para volar las hojas garabateadas con palabras inocentes del día anterior hasta arrojarlas donde más crea conveniente. Una luz apagada amargaba la existencia del living, ya falta menos, los adornos que simulan ser inertes lo saben porque cambiaron su mirada, algo está a punto de acontecer en aquella casa. Un silencio de tumba y el ladrido de un perro interrumpiendo groseramente la ceremonia, un cigarrillo muerto en el cenicero se ríe de los dos, Mauricio mira una vez más a Laura mientras un vaso implora agua y el amargo resplandor de la mañana aparece chocando contra sus rostros. La eternidad se parece demasiado a este momento dijo Laura mirando el techo, Mauricio no supo que responder y con un gesto estúpido y levantando una ceja tomo el encendedor para jugar a mirar el fuego. La última noche antes de que la olvidara, exigiendo al tiempo la documentación correspondiente para que todo se extienda un momento más, un rato nomas y la nada entrando a la fuerza por la puerta de metal como un policía furioso sin detenerse ante nada, obligando a su memoria a que Laura agarrara su bolso gris como apurada para irse a jugar afuera, donde los demás la esperaban. Porque a pesar de todo él allí no quería jugar, porque era tarde y no se puede vivir demasiado tiempo alargando un instante sin corromper de manera drástica el estado natural de la memoria.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Noctámbulos

Despierta en el momento de dormir. Arrastrando sus ojos sin querer por las calles de Barcelona como buscando algo sin buscar, mientras castiga la uña del pie izquierdo que ahora late de miedo ardiendo a causa de cada uno de los bruscos contactos con el zapato marrón, que algún tiempo atrás una señorita llamada Noemí olvido en su casa llevándose a cambio otro similar, justo el mismo día que desayunaron tostadas con té frió y algunos bizcochos que sobraron del picnic del martes aquel, un poco despues de encontrar a Margarita y su sombrero azul liberando dibujos espectrales con promesas, encantando con un lápiz negro a un papel húmedo que había encontrado descansando en un tacho de basura, y que sin mediar casi palabra se los regalo porque si, quizá por que todos estaban perdidos queriendo encontrarse, casi como volando, despertando a la hora de dormir en esa otra ciudad que es la misma pero a la vez no, y muy pocos llegan a conocer.