jueves, 25 de febrero de 2010

Mabel

Persiste la fingida indiferencia del rostro. La cara extrañada que casi traiciona y el esfuerzo de no querer reconocer la situación, revolcándose en un murmullo interno, apartando la mirada como si nada. Todos los objetos son el mismo objeto mientras tiembla inmóvil para seguir camino, sin titubeos ni tiempo para sentarse a pensar, porque los recuerdos amenazan de cerca y en esta situación es fácil extraviarse ante el peligro. Por eso entendió que lo más conveniente es ir bien adornado, peinarse una sonrisa, inventarse un sombrero que cubra los pensamientos y abotonarse los ojos con el sueño de los cansados, ni tan profundo ni tan liviano, hasta llegar a inundar las intensidades con un fuego renovado que dure hasta la vuelta de la esquina. Ya en un lugar seguro el suspiro finalmente puede salir disparado con total indiscreción contra cualquier paredón, conservando la sensación en secreto hasta llegar a unas pocas cuadras del próximo inesperado día en que Mabel, su novia del primario, vuelva a aparecer por la calle Corrientes cargando aquel melancólico sentimiento, de cuando todavía se sabía eterno.

lunes, 22 de febrero de 2010

Distancia

Mojándose las almas con el frio de la noche, pitaron el último cigarrillo juntos acurrucados bajo un techo descascarado, alumbrados por la luz azul de una vidriera. Ella atolondrada se dejo besar, el malinterpreto algunos de sus aciertos enredándose en palabras, erro distancias con la torpeza de su mano izquierda y al caer abrazados abruptamente en el lugar común se dieron cuenta de la situación muy tarde sin que les importara demasiado, igual que en 1942 cuando sus nombres y sus cuerpos eran otros, a más de 65 años de distancia de aquel mismo sitio.

viernes, 19 de febrero de 2010

Egoísmo

Se sintió egoísta, incomodo con quienes lo rodeaban y en un instante perdió las ganas de escribir, a pesar de necesitar solo de mirar el tablero de ajedrez para imaginarse la mejor novela jamás contada.

jueves, 18 de febrero de 2010

Certeza

Sin quererlo de un momento a otro la temprana sospecha. Algo así como una sensación que viene de adentro y alerta pero no es demasiado clara, ni tiene la suficiente voz para salir lanzada al mundo como un grito o un puñado de palabras. Ese instante que pica perounonosabemuybiendonde pronto se ira, quizá a esconderse en algún lugar recóndito donde todavía permita dejar dormir la siesta sin molestar demasiado. Por un tiempo no volverá a aparecer aunque en el fondo su olor quedara impregnado en todas las cosas de alguna manera, sobre todo cuando la costumbre permita hacer la vida mas llevadera y haya que guardar las remeras recién planchadas donde deben estar, el auto en el garaje y las cuentas recién pagas en una carpeta gris con ribetes plateados. No hay nada que temer, todo está seguro, apenas algunos asuntos inconclusos que resolver, mientras que la sospecha continua su camino y ya ha cambiado de forma, mirando muy diferente, moviéndose con seguridad y sin dar tantas vueltas. Es natural que comenzara a venir más seguido de visita, unas veces sutil, otras violenta, envuelta de olvido o haciendo prolijamente un nudo en la garganta desde adentro, por no perder la etiqueta y ese respeto inexplicable hacia lo desconocido. Otras veces vendrá despacio, escondiéndose en una risa, una mirada o un desamor. Pero si se ha sido comprensible, si se ha llegado a cultivar algo de inteligencia o sensibilidad, los oídos llegaran a escuchar de lejos algunas palabras precisas o quizá un grito verde agua apagándose despacio. Y sin darse cuenta nuevos pensamientos instalaran campamento tomando forma hasta hacerse firmes, pesados y constantes edificios de cemento, viendo llegar a esa crecida sospecha toda convertida en certeza, que no se detiene por nada y sigue dando vueltas alrededor revoloteando como una mosca pegajosa y molesta con la respuesta en el zumbido de sus alas.

lunes, 15 de febrero de 2010

Maquinas

En la caja de madera los Angroseli guardaban los dientes de leche que se le iban cayendo a los mas chicos junto a algunos mechones de pelos, este tipo de costumbres se repetían en la familia a lo largo de los años desde hacía mucho tiempo. Una tarde revolviendo cosas Ángela encontró algunos de los pequeños dientes de leche de su abuela junto a unas fotos antiguas de ella en la playa. Con prolijidad guardo el mas blanco en un sobre de papel y despues de comprar en el supermercado por más de 3 minutos, porque a ella siempre le gusto tomarse su tiempo para hacer los mandados, introdujo el diente en una de las tantas maquinas de adn del pasillo. A los pocos segundos retiro una versión de su abuela por unos 80 centavos, que duraría aproximadamente una semana o diez días. Esa noche el pronostico anunciaba que habría una terrible tormenta en lo que quedaba del planeta.

jueves, 11 de febrero de 2010

Sintonia

Intenta captar alguna esencia escuchado cada palabra, esforzándose en prestar total atención y descifrar los adjetivos, sustantivos y conjunciones que derrama de su boca. Todavía nada, solo un balbuceo fuerte y ruidoso que no se deja atrapar. Mueve el dial buscando su voz y la frecuencia cada vez se hace más lejana, confundiéndose entre un partido de futbol y un viejo tango, mientras ella sigue parada a su lado sin lograr comunicarse en la sintonía correcta.





lunes, 8 de febrero de 2010

Gato


Entro a la cocina con sus patas mojadas por la travesía en el pasillo. Observo un bol lleno de leche y muy incomodo se resistió a probarla por lo menos hasta secarse un poco más, paseando a su alrededor mientras iba dejando huellas extraviado por las sombras de un árbol que se colaba por la ventana. Poco tiempo era el que llevaba en aquella casa pero las cosas no se le estaban dando del todo bien. Intento decirlo de todas las maneras al alcance de un gato, enojándose contra los muebles, rompiendo el sillón del living a los arañazos, volviendo a cualquier hora de la calle y maullando con rabia a la nada, pero a su dueña todo eso le parecía tan normal y digno de un gato de su estirpe, que sin mucho preludio y casi cariñosamente primero lo regañaba como un niño, otro rato lo ignoraba sin hablarle y enseguida los dos se olvidaban de lo acontecido entre la hora de la novela de la noche, las revistas de moda y los vasos de leche tibia a la madrugada, para seguir conviviendo como siempre, ella vestida por sus padres de Aldana y él cargando con el peso de un nombre que no se le amoldaba, fruto del capricho de su dueña, demasiado disfrazado de Frulinardo Pereira Gaitan o Fruli para los conocidos.

Lobo

Mira profundo y ve un enojo diferente en los ojos de su perro, el lobo que esconde en sus entrañas ha vuelto a asomar el hocico.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Place

Vivir allí cómodamente con un lugar para sus zapatos, sus pretextos y sus noches, bien iluminado, amplio y lleno de elementos desconocidos que brillan sin cesar llamando su atención. Tantos cuadros y recuerdos adornando cada rincón, desparramando anécdotas y la voz de Ana invitándolo a la controversia indescriptible de descifrar nuevos enigmas. Tan bien se estaba, que entonces pensó en quedarse, traer sus valijas pesadas repletas con sus asuntos lo mas pronto posible e instalarse allí para siempre, asegurándose que con el tiempo podría llegar a ser dueño de cada uno de sus espacios recreándolos a su manera. Sin embargo se achicaron los lugares, los pretextos y la noche. Sin querer fue perdiéndose aquel luminoso brillo de las anécdotas y la voz de Ana se fue tornando de un gris oscuro, plagándose de normas de transito con carteles que indicaban que aquel era el camino equivocado, porque su alma jamas estaría a la venta y al actual inquilino todavía no se había enterado que le iban quedando pocos días de alquiler.

lunes, 1 de febrero de 2010

Distracciones

En el patio de piedras de los abuelos la norma siempre fue escaparse, interrumpir la siesta, llenar el aire de papeles, avioncitos y engrudo sobre la mesa corriendo a los gritos porque si, tirando piedras a la fuente o jugando con las hormigas hasta que fuera hora de regresar a ese otro mundo de afuera. Por eso no había mejor alivio para Edgardo que trepar los arboles, pasarse un rato deslizándose en el tobogán de madera o comiendo alguna pavada a las apuradas antes de volver a la oficina, porque si tardaba demasiado todos comenzarían a sospechar, y un gerente de su calibre no debería perder su tan respetada autoridad ante el personal bajo ninguna circunstancia.