lunes, 29 de junio de 2009

Guerrera

La señora Ojeda miente contra todo pronóstico. Atada al entrevero de su cuerpo que no para de delatarla dobla el sentido en pausas y se detiene sobre el tiempo, escogiendo sus armas frente a la caja de herramientas. Conoce la situación, la decora sutilmente y aunque le agrega palabras nuevas fortaleciendo una experiencia inexistente, sabe que ya ha vivido lo suficiente como para adivinar el próximo paso. La batalla se torna inminente, sus pasos titubeantes amenazan con la partida, mientras un frio de metal recorre sus manos inquietas. Ante el coloso se arrodilla analizando la situación, y arremangándose el pullover marrón levanta la mirada hacia el conflicto, adormecida todavía por la audacia de enfrentarse ante aquel infierno subterraneo, insistiendo con fiereza contra los monstruos sucios y peludos de la tapada cañería, entre charcos y derrames, entre olores y basuras desconocidas sin darse por vencida, luchando sin descanso hasta que la inundación finalmente comienza a amenguar.

miércoles, 24 de junio de 2009

Figuras

Cuadrados rojos, verdes, saltones, hiperquineticos, suaves, sucios, todo dentro de cuadritos dibujándole un presente como en cajas que apilándose se acercan y alejan, con identidades diferentes, algunos tirados por ahí, otros volando o incrustandose de repente en los ojos. Y cuando todas las respuestas parecían coincidir y las etiquetas finalmente ocupaban el lugar indicado anunciando la calma, apareció sin mayores explicaciones en el desayuno un circulo tímido y arrogante, un triangulo grito en el subte escapándose de algo desconocido entre gritos desaforados y una línea curva lo insulto en la puerta de un banco. El pincel lo supo antes que él, la birome trato de advertirle y aunque el lápiz negro lo negara, aquellos cuadrados tendrían que aprender a convivir en armonía a partir de ahora, llenos de incertidumbres e inesperados vuelcos, sobre aquel inocente nuevo lienzo en el estudio de pintura.

miércoles, 17 de junio de 2009

Paranoia



Alguien a quien no pudo ver lo había agarrado del hombro sobre la avenida Rivadavia mientras caminaba hacia el hotel. Asustado dio media vuelta para escapar, creyendo oír como un susurro con la palabra imposible latiendo dentro de una oración. La desesperación lo invadió de un saque, no supo cómo reaccionar y corrió por la calle atropellando a varios peatones, con los semáforos en rojo y la adrenalina en el pecho. Al llegar a la puerta del hotel aguardo escondido el momento justo para entrar, asegurándose que no era perseguido por nadie. Sin prestarle atención al revoltoso grupo de turistas del hall, subió a su habitación y cerró la puerta con llave recorriendo cada centímetro del lugar, con la paranoia incandescente de quien se sabe observado de cerca. Esa noche el vodka fue su mejor compañía.
Ya casi borracho poco antes de recostarse, las preguntas volvieron a inundar el cuarto con fervor y cada sonido provocaba un inevitable y novedoso estremecimiento interno en todo su cuerpo. La vida para él ya no sería jamás la misma y perturbado observaba sobrevolar, como una mosca fatal y molesta, la duda acerca de cuantos hombres invisibles más iguales a él había esparcidos en las calles de la ciudad, espiando y asechando a la gente en este mismo momento.

jueves, 11 de junio de 2009

Posibilidades


"Para algo van a servir": decía Benavidez y guardaba las tuercas, los tornillos y los clavos en cada lata especifica de membrillo oxidada, para luego acomodar las placas de madera, los trozos de metal y las herramientas, muchas de ella improvisadas, en el galpón de la terraza. Cada nuevo hallazgo de un objeto representaba mucho para él, como una suerte de aventura indescriptible con posibilidades de construcción infinitas, llenas de imaginación y misterio. Paso años recolectando y clasificando cada uno de sus hallazgos, categorizándolos en un rincón especifico, con la certeza precisa de que para algo iban a servir. Los años transcurrieron voraces y Benavides esperaba en el galpón aquel destino final, donde las piezas se ensamblaban una y otra vez en millones de formas distintas. Algo estaba siempre latiendo alli. Alguna creación nacía o moría a cada instante, pero Benavides no quería construir nada, por ahí no pasaba su intención y cansado se sentaba a observar en medio de la calma su orden personal, reconfortándose en la futura chance que anidaba en sus hallazgos, soñando maquinas voladoras con aquel sucio motor de automovil, la construcción de un palacio hermoso y celeste o un mueble de esos antiguo, entre millones de otras cosas que se podrían llegar a realizar, con todos aquellos maravillosos elementos repletos de posiblidades.

lunes, 1 de junio de 2009

Metegol

Espero décadas por sentir aquel chirrido agudo que ahora lo agitaba por dentro con cada movimiento mientas soñaba en silencio, hasta el momento en que cediera definitivamente la tuerca que lo mantenía capturado para escapar de su encierro. La fuga esa noche era inminente, los sonidos delataban el resquebrajamiento final, hasta que en una jugada el número 10 golpeo la bola manteniendo el aliento, levanto su cuerpo a gran velocidad y con una rigidez imponente, salió volando por los aires para dar contra el suelo gracias a un feroz molinete, escapando de aquel infinito partido de fútbol junto a sus otros dos compañeros de delantera que escandalizados pedían con urgencia regresar al juego, aferrados a su condena y todavía demasiado asustados, poco después de enterarse que había otro tipo de vida fuera de ese pequeño y  frio estadio de metal.