lunes, 28 de diciembre de 2009
Paradoja
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Wood
lunes, 21 de diciembre de 2009
Blomkers
Cada libreta blomkers corresponde al total de veces que una persona realizo cierto acto a lo largo de su vida, cuya designación es seleccionada por un grupo de analistas expertos con la finalidad de recabar información sustancial y referencias bibliográficas posteriores. Al morir el sujeto de estudio, los Blumkers realizan un balance numérico estadístico llenando un breve reporte con los resultados finales que debe ser absolutamente preciso, una equivocación allí y todo el proceso habría sido inútil. Apenas termina su trabajo se le asigna otra persona al susodicho Blumkers hasta que cumpla con el número de personas totales que a él le fueron asignadas.
Los Blumkers son seres tímidos, reservados que apenas si se nota su presencia, sin embargo existen una serie de trucos y encantamientos que permiten ver su apariencia. Los pocos que se animaron y lograron con éxito dicha experiencia, afirman que su rostro blanquecino pareciera totalmente concentrado en su tarea, esperando con el lápiz atento para no perder un solo detalle de cada acción del ser viviente que le toco como espécimen de estudio. Otros afirman que son seres horribles con rostros siniestros, los cuales reclaman constante y obsesivamente recolectar aquellas palabras, gestos, movimientos o reacciones para las que fueron asignados sin importarles nada más. Personalmente no creo en su existencia, sin embargo debo admitir que cuando veo hacia abajo en Word el numero de palabras totales escritas hasta el momento, me resulta difícil no estremecerme un poco al imaginar la presencia de un ser extraño llamado Blumkers sobre mi hombro, anotando minuciosamente en su libreta el numero 478.
jueves, 17 de diciembre de 2009
Resumen
(Flotaba su anatomía en agua espesa sobre las medias pesadas, lanzando charcos en línea recta a cada paso. Con la mano derecha el bolso empapado, en la izquierda un paraguas viejo de colores rojizos, que fue el único que encontró a mano, desarmándose en su propia estructura metálica que requería reparaciones inmediatas en un promedio de cada 20 metros. Un señor de barba se le acerco, olia muy mal y llevaba un cigarrillo completamente mojado que cada tanto llevaba a su boca automáticamente. Al verlo se lo empujo contra una pared con fuerza mientras continuaba con aquel acto digno de un trapecista chino. Detrás de una vidriera empañada unos cuantos ojos desconocidos se reunieron para observar indiscretos, como el viejo loco atacaba a los transeúntes bajo el teatro callejero y lluvioso. El viejo parecía saberlo.)
Su jefe estaba impacientándose.
(El sonido de la computadora hoy parecía más furioso que nunca agotando sus últimas fuerzas, lenta y malévola daba lucha a quien se le enfrentara desafiando la paciencia. Todo era irritable después de usarla, el café, la luz azul que daba un tono pálido a cada una de las cosas, los chistes malos de Parenza, todo. Un último charco lleno de barro decoro sus pantalones artesanalmente, no le importo mucho, al fin y al cabo era lógico tener una coronación después de aquella travesía.)
Por suerte no le dijeron nada respecto a su retraso.
(Los desastres de su atuendo, el agua discurriéndose inevitablemente por cada rincón y el barro líquido dejaron un tendal de mugre en el hall. Apenas noto la mirada del jefe hizo un gesto cómplice y secándose como pudo se arrastro sutilmente hacia su escritorio, encendió la computadora como cualquier otro día, prometiéndose apenas saliera de trabajar comprar un nuevo paraguas y no volver a pasar más por la calle Otamendi.)