jueves, 8 de octubre de 2009

Tamaños

Eusebio podía percibirlo. Por sobre todos los demás él llegaba a sentir como todo iba creciendo en dimensiones siderales o achicándose hasta el absurdo a un mismo tiempo, mientras nadie siquiera notaba sutilmente las diferencias. Si se levantaba temprano todo era diminuto, por lo menos el triple de cuando se había ido a dormir, pero a medida que llegaba la noche misteriosamente las dimensiones se iban multiplicando hasta llegar por lo menos a aumentar diez veces su tamaño. El universo entero con todo su contenido crecía o se achicaba a su antojo, de manera coordinada y a un mismo tiempo, cuidando cada detalle con extrema precaución y, en general, de la forma más pareja posible. Eusebio lo sabía, podía sentirlo. Con toda su pericia en más de 40 años de sastre ya no era posible engañarlo y cada tanto jugaba a coleccionar fallas para que los demás pudieran creerle. Pero no era suficiente debido a que todos ya habían naturalizado los cambios de tamaño a pesar de cualquier evidencia, por mas clara que fuera para dar cuenta de los desfasajes. Cada uno de elementos diminutos o gigantes que quedaban perdidos en el camino de aquella constante transición y alguna vez habían subvertido por un momento inocentemente las reglas, tenían que tener rápido algún sentido, alguna lógica para el resto de los mortales. Entonces sin ningun tipo de reserva se fueron acomodando señalados como rarezas por los libros Guinnes, los turistas inquietos y algún que otro coleccionista curioso, mientras todo sigue expandiéndose y contrayendose sin reglamentación alguna en una aparente y casi perfecta armonía universal.

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