lunes, 22 de marzo de 2010

Nota

Envuelve el picaporte y empuja despistado balanceándose de lado a lado hasta la silla, rechina su articulación encorvándose hacia atrás ayudado por sus compañeros, así le dijeron que entraría en forma, luego arquea el instinto hacia abajo y hundido en una suerte de delirio crónico, da vida a una nota descarrilada que siente caer despacio desde el piano para hacerse trizas en el suelo. Toda la habitación ahora es un desastre musical. El dedo arrepentido se esconde temblando tímidamente sobre un do menor.

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