martes, 27 de abril de 2010

Insight

Cierto día de casualidad, caminando por la calle, en el recreo del colegio, en una tarde de cigarrillo con los compañeros del secundario o en algún pasillo indiferente y gris. Quizá bajo un cielo de estrellas, de un sol radiante o pintado de nubes. Puede también que te atrape antes de dormir, una fracción de segundo es suficiente para imprimir su profunda densidad. Entonces el relámpago atraviesa los sentidos, el cuerpo reacciona en cadena abriendo los poros para dejar escapar el alma, reconciliando el pasado con el presente y aferrándose al futuro con las garras de una certeza indefinida, imperiosa y reconfortante, que mira desde adentro con otros ojos, vibrando en la adrenalina incandescente de quien asiste a un acontecimiento decisivo. Alguien más ha comprendido. Hoy descansan los demonios y en el aire hay sabor a primavera.

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