martes, 28 de abril de 2009

Acordes

No era nada grave según el doctor Almenabar, solo un pequeño acorde titilando en el talón, con algo de descanso se irá apaciguando hasta desaparecer, mientras tanto solo había que aguantar aquel fa sostenido que acompañaba a Miguel adonde fuera. Sin embargo, a la semana el síntoma no desapareció y para peor se fueron sumando más acordes, sus rodillas pronto llegaron a sonar como dos bongoes, su codo comenzó a emitir una reverberación de bajo, sutilmente coordinada con una incontrolable voz que brotaba de manera aleatoria desde sus adentros. Tiempo después Miguel se habia hecho un maestro de su cuerpo y componía melodías con absoluta precisión tan solo con caminar hasta la cocina, aunque ya no salia de su casa y se lo fue viendo cada vez menos por el barrio hasta desaparecer. Algunos vecinos comentan que está internado en algún manicomio, que se lo llevo un tío del interior para que viva más tranquilo con él en el campo o se murió en un accidente de auto hace un tiempo en Barracas, todas respuestas razonables destinadas a esquivar la verdad y aceptar que Miguel abandono su cuerpo de carne y hueso para convertirse en música, prefiriendo esa nueva forma estrictamente temporal y efímera de viajar por el mundo al monotono silencio de su vida anterior.

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