viernes, 24 de julio de 2009

Supersticiones


Nada de supersticiones, en todo caso un ánimo indescriptible, una singular manera de sentir que se aprisiona durante el día, y a través de la ventana deja entrar la luz y la sombra manifestándose según el humor que corresponda de maneras imprevisibles. El eclipse incandescente de lo innombrable, lo inmaterial entre murmullos crujientes, viviendo entre sonidos por momentos desconocidos y en el medio uno, abrazado a las expectativas sin entender muy bien como llego a escucharlos latir. Quizá la distribución al azar, el no haber previsto sus intenciones antes de tiempo y dejarlos abandonarlos al polvo y el olvido, sin fen shui que valga la pena intentar. La cuestión es que envejecen más rápido, se estresan de nada y opinan a su modo empujando hacia unas decisiones que no convienen demasiado. Esquivarlos se viene haciendo difícil con esto del amontonamiento y en cierto sentido, uno puede adivinar una alianza casi secreta entre ellos que de alguna forma se las ingenian para situarse estratégicamente y golpear cuando no deben en el meñique, colarse en el medio cuando hay que pasar o realizar demoliciones estrategicas en un rincón observando de cerca cada nuevo movimiento. La sensación de persecución es constante y a pesar que sienta degustar la locura, las señales, las trampas, todo indican lo mismo. No sirvio cambiar el humor del ambiente, comprar sahumerios, contar chistes o promover fiestas, nadie sabe como empezo pero ya hace un buen tiempo que están muy disgustados por algo y al final sin darse cuenta, uno también termina por contagiarse aferrándose sin querer a ese inquietante mal humor proveniente de los muebles de la casa.

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