lunes, 9 de noviembre de 2009

Inquietas

Pican las palabras indicadas sobre la cabeza del señor Braulio Armendia. Él se rasca inquieto mientras ellas no deja de picar cada vez más fuerte, irritándole la piel por el riguroso movimiento constante de las uñas que van de arriba abajo y a veces en forma circular raspando firmes como queriéndolas arrancar. Pero ellas siguen ahí, picando constantes como un malón incontenible de piojos enormes y asesinos, o como una patota de sombras inquietas que amenazadas intentan escapar golpeando las paredes de la razón. Braulio Armendia perturbado las siente, pero todavía necesita terminar de llenar los formularios antes de salir del trabajo, ya muy cansado, llegando a casa de mal humor para sentarse definitivamente sobre su escritorio e ir esgrimiendo las palabras a punta de birome, un rato antes de recostarlas una a una sobre las hojas de su cuaderno gris para que mañana no vuelvan a picar, todas adornadas y limpias, bien vestidas de poesía descansando dentro del cajón de la mesada.


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