martes, 25 de noviembre de 2008

Retazos

En la textura de un sonido, el olor de una voz, el tacto de unos ojos. En la noche sin estrellas, el mediodía frio de un verano, la cara de atención de un perro hacia la nada, el efecto hipnótico del techo, las pisadas sucias en la entrada, las cosquillas del ventilador, el puñado de palabras sueltas sobre la repisa. Allá en la vieja mochila del colegio con ese aroma indescriptible que no cambia dentro del mueble sin patas del fondo, donde la carpeta azul permanece escondida de la humedad, en cada uno de los trazos complejos de un dibujo, en la mancha de café sobre el libro de Borges, en la leyenda olvidada. En los inventos de alambre y madera, en el pizarrón de un color verde desteñido, en las baldosas del patio llenas de hojas. Con cada mate frio, sobre la terraza vacía, en el salón cerrado, justo cuando los cinco niños gritando insultos corren por el jardín maltrecho pisando hormigas. En sus manos frías, los pies descalzos y la música que libera ella esperando el colectivo mientras vos pasas de largo, continuando la lista sin saberlo, cruzando la calle de pinos, la avenida desierta. Así como siempre, perdido en los detalles, como si nada pasara, y al entrar a tu casa poco después de haber terminado de leer este tramo de incoherencias aparece aquel otro mundo, más cercano y singular, privado o desconocido, construyéndose inconsciente y en simultaneo con pequeños retazos aleatorios, que ahora mismo te envuelven silenciosos para continuar con tu propia historia…

1 comentario:

Meche dijo...

This one. Y no hay tu tía.