martes, 23 de diciembre de 2008

Ideas

En la tarde de ayer al señor Jorge Albin le pareció ver sobre una escalera del centro reposar una idea genial, después de pensarlo dos veces se acerco y detrás de un volante de rotisería que guardaba en el saco, anoto cada pormenor de aquel asunto con minucioso detalle. Asombrado releyó sus palabras y pensó en el cambio que esto podría traer al mundo, sus posibles implicaciones históricas, pero sobre todo, algo adentro lo lleno de orgulloso por aquella noción reconfortante de darle vida a una idea nunca antes concebida por el hombre. Ya en su casa el Sr. Albin recostó el papel prolijamente dentro de un libro viejo lleno de polvo entre la pagina 64 y 65, donde actualmente descansa la idea hace ya dos años sin aire o alimento, sepultada en un profundo y absoluto silencio para no ser descubierta. El mes pasado buscando cualquier otra cosa volvió de casualidad el Sr. Albin a encontrarla, el papel lo miro asombrado todavía recostado desde el libro, se desperezo lentamente entre sus dedos y luego desplego la idea majestuosamente ante sus ojos. Pero el Sr. Albin ya no creía ser el mismo, lo cual tal vez fuera un poco cierto, por lo que ni siquiera leyó por completo todo lo que decía detrás del aquel volante verde de la rotisería "Don Felipe" convencido de haber dejado atrás viejas utopías. Eso sumado a que la idea, tan acostumbrada como estaba a la libertad, también cambio por su lado radicalmente de forma durante ese largo encierro y ademas, el pollo al espiedo que se promocionaba alli hacia tiempo que habia dejado de valer nueve pesos con cincuenta.

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