miércoles, 3 de febrero de 2010

Place

Vivir allí cómodamente con un lugar para sus zapatos, sus pretextos y sus noches, bien iluminado, amplio y lleno de elementos desconocidos que brillan sin cesar llamando su atención. Tantos cuadros y recuerdos adornando cada rincón, desparramando anécdotas y la voz de Ana invitándolo a la controversia indescriptible de descifrar nuevos enigmas. Tan bien se estaba, que entonces pensó en quedarse, traer sus valijas pesadas repletas con sus asuntos lo mas pronto posible e instalarse allí para siempre, asegurándose que con el tiempo podría llegar a ser dueño de cada uno de sus espacios recreándolos a su manera. Sin embargo se achicaron los lugares, los pretextos y la noche. Sin querer fue perdiéndose aquel luminoso brillo de las anécdotas y la voz de Ana se fue tornando de un gris oscuro, plagándose de normas de transito con carteles que indicaban que aquel era el camino equivocado, porque su alma jamas estaría a la venta y al actual inquilino todavía no se había enterado que le iban quedando pocos días de alquiler.

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