lunes, 1 de febrero de 2010

Distracciones

En el patio de piedras de los abuelos la norma siempre fue escaparse, interrumpir la siesta, llenar el aire de papeles, avioncitos y engrudo sobre la mesa corriendo a los gritos porque si, tirando piedras a la fuente o jugando con las hormigas hasta que fuera hora de regresar a ese otro mundo de afuera. Por eso no había mejor alivio para Edgardo que trepar los arboles, pasarse un rato deslizándose en el tobogán de madera o comiendo alguna pavada a las apuradas antes de volver a la oficina, porque si tardaba demasiado todos comenzarían a sospechar, y un gerente de su calibre no debería perder su tan respetada autoridad ante el personal bajo ninguna circunstancia.

No hay comentarios: