lunes, 22 de septiembre de 2008

Bicicleta

Lo único que puede salir mal es que el pedal no funcione como antes o los frenos vencidos cedan ante la mortal seducción de la atractiva bajada de la calle Arenales, pero el precio de sentir el viento deslizándose a una progresiva velocidad, que a él le parecerá cercana a la de la luz hasta llegar abajo, lo vale. Despues deberá pedalear para encender mejor los motores del vuelo buscando el momento exacto en que no pasa ningún auto, gritar nomas de loco de tanto disfrutar el viaje y darse cuenta llegando a la esquina de lo tarde que es para apretar duro aquellos inservibles fierritos traicioneros pegados al volante, obligado desesperadamente a bajar los pies para gastar el talón de la suela de los zapatos casi nuevos de la escuela buscando muy tarde aminorar la marcha en aquel sobrevuelo de asfalto, aguardando el inminente impacto, que de ser posible, planea realizar en algún lugar acolchonado con pasto a riesgo de los gritos de mamá por arruinarse toda la ropa con mierda de perro y barro.

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