jueves, 6 de noviembre de 2008

Conversaciones

El tiempo había transcurrido espeso. Era hora de decidirse y enfrentar el lejano potencial de un espejismo o cerciorarse de la inminente decepción de la caída de su cabello. Mejor esperar. Entenderse de lejos mientras tanto con los reflejos en las vidrieras de los negocios esquivando el asunto, porque a pesar de conocer la verdad, en el fondo todavía le resultaba muy duro sentarse a conversar cara a cara con el pelado del espejo.

2 comentarios:

dijo...

Tan cierto.
Es duro sentarse frente a frente con un espejo. Porque vemos mucho de lo que no querriamos ver jamás.
Y no solo en lo físico, sino en lo interno, el espejo también suele reproducir imágenes de nuestra interioridad.
besos

Maria Coca dijo...

Curioso y certero. Muy bueno.