No pensó que ella se podría estar cambiando antes de salir,
que quizás estuviera maquillándose o preparando todo para aprovechar los solo cinco
minutos que les restaban, así que entro a su habitacion. Y sin querer vio sus zapatos tendidos en
el suelo, un vaso de gaseosa caliente junto a una porción de pizza masticada,
diarios para contener las migas, los pies sucios de caminar descalza y su
cabeza colgando entre dos almohadones gigantes mientras roncaba. Todo junto apareció en una sola fracción de segundo ante los ojos de Gabriel al entrar casi por accidente en aquel templo,
viéndola no ya con la vergüenza de hallarla sin ropa sino con la alegría de encontrar su enorme personalidad al desnudo.
martes, 28 de enero de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario