Pequeños destellos de sensaciones se agolpaban en su cabeza,
pujando por salir de alguna manera a tomar aire. Recreando escenas
descompuestas con fotografías, fue consolidando la idea a fuerza de encajar
piezas aleatoriamente. El llanto de una noche de verano, la ventana de su
cuarto, una tarde en Palermo, pero el asunto es que no lograba dar con ella en
los detalles revolviendo sin sentido en el intrincado paisaje de su melodía. La
sepulto un viernes, justo antes de verla pasar por la vereda de enfrente de su
trabajo, mientras planeaba ir a comprar un café y borrar los últimos datos de
la memoria de su computadora.
sábado, 11 de enero de 2020
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