Cuando el fulgor de la víspera supera al evento, los
presentes ocultos permanecen inquietos bajo su velo sesgado de luz, aguardando.
Las manos manchadas de tiza y caramelo hurgan entre los celofanes, agazapados
de euforia en un baile primitivo y fugaz. Se devela la sorpresa, los juguetes
surgen a la vida, efímeros y delicados, llenos de instrumentos pequeños y
desajustados para aburrir sin clemencia unas horas después al homenajeado. No hay
premisas a futuro ni expectativas. La sorpresa por la sorpresa misma se inunda
en un mar plástico de formas tendidas sobre el suelo, perdiendo el encanto para Magalí
después de la visita de los reyes.
martes, 7 de enero de 2020
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