viernes, 5 de septiembre de 2008

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Aunque cambiaran el nombre del barrio donde siempre anido, intentaran sobornarla con regalos o amenazarla con su destrucción, ella jamás abandonaria su ideología. Lo de los adornos realmente no le importaba tanto, pero tampoco estaba dispuesta a dejarse maquillar con pinturas o revoques estrafalarios para aparentar lo que no era. Si la hubieran visto en sus años de gloria, tan envidiada por los vecinos y hoy, descascarándose en profundos silencios, anidan en sus paredes las humedades más espesas, añejadas por las vidas que transcurrieron dentro y caminaron los largos pasillos hasta el patio del fondo, justo por allá siguiendo estas baldosas, donde ahora mismo está entrando la topadora arrasando con todo para dejar el terreno limpio y construir la mayor cantidad de novedosos, insignificantes y diminutos dúplex, amontonandose uno junto a otro hasta que entren y asi, acrecentar en un futuro muy cercano el confort del desconocido vecino del mañana.

1 comentario:

dijo...

El explendor està dentro de uno. Nuestras ideas y seguridades tambien. Todo puede parecer caìdo, un revoque una casa, pero es nuestra forma de ser la que nos deja all`, la que nos identifica, nuestra verdadera historia y arraigo.
besotes