martes, 7 de octubre de 2008

Café

Llueve en los cafetales de Nicaragua y Mariano Segovia se levanta muy tarde en Caracas. Se había atrasado para llegar a la oficina mientras a la distancia un puñado de granos de café se mezclaban amontonados, aguardando impacientes el viaje hacia el supermercado de su barrio. Esa noche el insomnio no lo había dejado en paz un segundo obligándolo a pensar sin descanso en ciertos asuntos de su vida, en casi todos los asuntos. Al salir a la calle Mariano caminó un rato por la avenida y decidió comprar una nueva cafetera para momentos como estos en los que era imprescindible aplacar el cansancio rápidamente, ademas de una enorme taza blanca en cuyo interior el martes próximo descansara un exquisito café caliente importado de Nicaragua sobre la mesada de la cocina, besara sus labios con un último sorbo poco antes de salir y los restos dejaran marcado su destino en la borra con una advertencia para él ilegible la misma tarde del accidente.

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