viernes, 3 de octubre de 2008

Cruces

Al llegar a la esquina la avenida rugía mas efervescente que nunca, Sofía se detuvo junto a su papá y miraron distraídos a un perro marrón junto el semáforo hasta la luz verde, pero esta vez no hubo mano pequeña acercándose a la suya, pasos vacilantes, ni ojos desde lo bajo pidiendo protección. Esta vez se aparto distinto naturalmente y él la dejo cruzar pegadito a su lado sin chistar como si ya fuera mayor, desbordandose en un dulce sufrimiento de temblores soberanos internos.

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