domingo, 3 de febrero de 2008

Nombre

Sediento tomó la botella de agua mineral y vertio su contenido en un vaso. Después del primer sorbo alivianador dio una mirada más cuidadosa y descubrió varios restos de comida, vestigios de una boca inquieta que seguramente no pudo resistir la tentación de beber del pico. Furioso rechino contra todos los posibles culpables, pero al final recapacito que eran sus propias migas las que flotaban libremente por alli, y con cariño las bautizo como sus chanchitos.

1 comentario:

Tempus fugit dijo...

La culpa, cuando es propia, es menos culpa... cierto.

un abrazo.