jueves, 28 de febrero de 2008
Positivismo
No podía evitar relacionar ciertos nombres con el dolor de cabeza, el hambre, el aburrimiento y otras tantas situaciones. Cada nombre una acción, una reacción predeterminada y basta de pavadas, así positivista hasta la medula vivió su vida hasta que un día escucho un nombre que al instante asocio con la muerte y por una cuestión de principios, cayó hecha fiambre en un zanjón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Encantador, fresquísimo... Me hace pensar en esos malestares que hacen que el sólo nombrar la palabra comida den ganas de vomitar... Los nombres a veces tienen ese poder cabalístico.
Y si, cada uno muere como vivió...
Sé de lo que hablás.
Publicar un comentario