domingo, 6 de julio de 2008

Extraviada

Por su mirada se dieron cuenta que algo no andaba bien. Será cuestión de aguantar, dijo el doctor Ibarren, después de todo no es tan estrictamente necesario llevar siempre una sombra acuestas. Y con lámparas, linternas y velas el abuelo Héctor y la abuela María, alumbraban al pequeño en búsqueda de algún rastro, pero nada, seguro era algo ocasional, solo es cuestión de esperar que alguno de estos días reaparezca y todo retorne a la normalidad como antes. Ahora lo importante era no desesperar y ponerse a buscar su sombra por toda la casa, arrinconarla contra una pared y pegársela al cuerpo como fuera nesesario, rogando que la fisura vaya sanando paulatinamente, hasta que se reintegre otra vez con firmeza por completo a su cuerpo y esto no le vuelva a pasar nunca mas.

3 comentarios:

Maria Coca dijo...

Gran problema cuando uno se queda sin su sombra... Terrible... Sabes? Ayer terminé un libro que hablaba mucho sobre las sombras, de Juan José Millás.

Original y repleto de luz.

Besosss

dijo...

Tan duro curar fisuras y quedarse sin sombra...

Meche dijo...

Quééé bloguuudoooo (cantado)