Diana y Sebastián aprendieron a leerse en silencio sin que nadie los entienda demasiado, coordinando en acordes aquella lograda complicidad de tentarse uno al otro con una risa feroz, inevitable y sin remedio, que cada tanto sin discreción salían a mostrar al mundo.
1 comentario:
sabes?
me pasó...
lo describiste inigualablemente... ¿qué importa el mundo? si existe esa comunicación más allá de las palabras?
besos
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