jueves, 15 de mayo de 2008

Tijerita

La telaraña se incrusto en su cara, era tan fuerte que parecía irreal, sintió que lo cortaba, que atrapaba su cuerpo añejado en el fondo del patio mientras avanzaba entre la enredadera alejándose cada vez mas de la casa. Era hora de limpiar, pensó sin poder moverse mientras miraba un reseco rosal, pero estaba tan cansado. Espero en silencio muy avergonzado, hasta que su nieto lo vio y fue a rescatarlo con su tijerita roja del jardín. Con paciencia sobre un banquito fue liberando cada hilo a fuerza de inocencia, ya tan olvidada para él, pero trayendo de nuevo esa preciosa e indescriptible evocación capaz de salvarlo de aquel embrollo. Era el único camino posible, porque si hubiera venido un adulto al encuentro todo se habría manchado de miradas con lastima y al final la verdadera salvación no hubiera ocurrido jamas.

1 comentario:

dijo...

la magica niñez...que todo lo sabe...y lo simplifica con ternura.
besos