martes, 12 de agosto de 2008

Hospedaje

Una mañana había recibido aquella tan esperada carta desde Europa, una carta Italiana. Parecía tan chiquita e inofensiva, tan sutil e inocente, y sin embargo pronto fue instalándose en cada habitación con sus cuestionamientos que no paraban de perseguirlo. Si hubiera sabido que detrás de ese sobre que la vestía había revelada tanta invasión, tanta molestia encubierta, quizás no habría añorado tanto su llegada como lo hacía ahora con su partida. No aguantaba seguir hospedándola bajo el mismo techo, así que luego de un par de noches disimuladamente alquilo un cuarto en un hotel lejano y la llevo con cualquier excusa, era de noche y estaba cansado pero eso no le importaba demasiado, para mañana llegaran unas nuevas estampillas y el hostil huésped viajara a Japón, donde otro estará a cargo de su estadía y ya no será necesario que vuelvan a verse nunca más.

No hay comentarios: