martes, 23 de octubre de 2007

Caminos

Muy solitario en su mansión de New York recordó las épocas argentinas cuando en ojotas, siempre a punto de eliminar algún inminente gas y sin un peso en el bolsillo, esa hermosa mujer le dejo plantado porque si, un estremecedor beso en el cuello antes de acostarse a su lado a dormir. Fue esa misma noche en que se puso a hablarle bajito de la mansión que pensaba tener en el futuro mientras acariciaba su pelo, imaginando que algún día recordarían juntos aquel feliz punto de quiebre que sin sospecharlo lo llevo hasta donde hoy estaba: queriendo volver al pasado, cansado, aburrido y sin poder sacarse ese sabor amargo de ya no tenerla en la boca.







1 comentario:

Maria Coca dijo...

Un hombre atormentado por el futuro y el pasado. Nunca supo vivir el presente...