jueves, 30 de agosto de 2007

Apuestas

Desafío a los participantes de aquel millonario juego de póker, tan elegantemente vestidos, a regalarles una casa de campo con su caballería completa, si todos se quitaban los zapatos y no encontraba un solo agujero en las medias de ninguno. Como contrapartida si llegaba a encontrar algún remiendo, agujero u otra imperfección de carácter destacable en cualquiera de los soquetes, se llevaría todo el abundante pozo de arriba de la mesa y una historia para contar por el resto de sus días. Los jugadores se miraron un rato, analizaron la apuesta midiéndose entre ellos, pensando en sus reputaciones y no lograron vencer la descomunal desconfianza del ambiente teniendo que rechazar el reto. Todavía me pregunto que habría pasado si hubieran dicho que si.

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