viernes, 24 de agosto de 2007

Fiesta

Que la fiesta era una porquería no era ninguna novedad, la música no ayudaba demasiado, el ambiente lleno de humedad tampoco y el hecho de que los sanguchitos de miga se multiplicaran por cien, y a la vez se dividieran por mil, gracias al inventivo cuchillo detrás de un cerebro que previamente los fracciono en la cocina para que parezcan mas, no motivaba demasiado al divertimento pero por lo menos ofrecía un respiro. Encendió un cigarrillo, se sentó en el sillón y prometió para la próxima vez en invitar a sus amigos, porque no tenía la suficiente gracia para entretenerse a sí mismo y ya se estaba poniendo bastante incomodo con su propia presencia en aquel solitario lugar.

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