miércoles, 5 de septiembre de 2007

Supermercado

El sonido de la maquina del supermercado la tranquilizaba, a medida que el código de barras era leído venia el esperado pitido, luego otro producto y otro, y así hasta el final, hasta saciar su apetito de consumo hasta donde dieran sus dividendos. Su contracara la veía sonreír del otro lado, era ni mas ni menos que la cajera, ya muy cansada y agobiada pasando cada producto casi por inercia a través de la lectora, resignada y con un poco de odio al escuchar el maldito sonido punzante de aquella máquina infernal, una vez tras otra, mientras se la pasaba contando las horas, minutos y segundos que faltaban para irse a cualquier lado con tal de escapar de aquel infierno.

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