La función de Joaquín era la de cumplir con su rutina diaria de contabilizar cada uno de los productos de manera mecánica, solamente debía lograr que coincidieran los números y pese al horario de la trasnoche estaba mas que feliz con su empleo. Hasta que cierto día una oportunidad única se presento en su vida gracias a una recomendación que le ofrecieron de otra empresa, se trataba de un nuevo y desafiante trabajo que venia de la mano de un gran aumento de sueldo. Joaquín con cualquier excusa desecho la oferta rápidamente, porque creyo que ya conocía y tenía todo lo que un hombre como él podía aspirar en la vida, además para que arriesgarse, no vaya a ser cosa que aprendiera algo nuevo que hiciera desvancer por completo aquella maravillosa utopía que con tanto esfuerzo se había logrado inventar…
miércoles, 12 de septiembre de 2007
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2 comentarios:
Al menos, aunque el mundo esté plagado de "Joaquines", aún quedan idealistas, aunque el "mundo ideal" sí sea una verdadera utopía...
Pero, como decía Galeano, en su "Ventana sobre la utopía":
"Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar."
Ouch!
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