viernes, 28 de septiembre de 2007

Pacto

El pacto era pegar un grito chiquito por la noche en cierto lugar del baño con mucho cuidado de que nadie la escuche, irse corriendo muy rápido con sus rulitos de nena de cinco recién estrenados hasta la cama, para taparse toda hasta arriba y prepararse para recibir las cosquillas de los duendes antes de dormir. El trato era siempre el mismo, hasta que cierta noche en que estaba triste y se había puesto a llorar después de la invocación, en lugar de ir a su cama corriendo, el susto la llevo a contarle todo sobre aquel mágico ritual a su papá. Los dos recorrieron toda la casa para cerciorarse del asunto, pero no encontraron nada parecido a un duende. Después de aquella noche el pacto se había quebrado y los duendes no volvieron a aparecer nunca mas.

2 comentarios:

meirlauquen dijo...

Ya en su cama , el padre también lloró , por los duendes que él había traicionado , y que quisiera aunque sea dibujar , si pudiese recordarlos .

Tempus fugit dijo...

Qué lástima, quebrar el pacto de la inocencia... a veces los padres se equivocan..

un abrazo.