viernes, 14 de septiembre de 2007

Cosas

Hace un mes que me notificaron que comenzaría a entrar antes al trabajo para compartir la mañana con un tal Gustavo, hasta ahora esos eran mis únicos antecedentes de mi compañero. Nuestra primer jornada paso sin saltos, en la segunda Gustavo no aparecía por ningún lado, la tercera lo encontré encerrado en el armario trabajando en un espacio muy acotado, dijo que así se podía concentrar mejor, y tres semanas atrás se atasco con café y rosquitas la boca hasta mas no poder, y recostado debajo del escritorio pegaba papelitos por debajo de la mesa para leerlos, bueno y así todos los días algo nuevo. Nunca se me ocurrió preguntarle sobre sus peculiares hábitos laborales, además un poco antes de que llegara el resto de los empleados se reincorporaba, ponía su mejor cara de seriedad y se sentaba en su escritorio como si nada.
Al principio a mi me daba un poco de miedo, pero con el tiempo uno termina por acostumbrarse a estos asuntos y sin quererlo un día le alcanza un par de libros para que use de almohadones mientras habla de fútbol o lo alerta de algún visitante molesto que se acerca a destiempo, después de todo es un buen tipo y pensandolo bien solo son cosas de Gustavo.

1 comentario:

Luni dijo...

Es un poquito raro Gustavo no?

Gracias por tu visita.
Muám