lunes, 10 de septiembre de 2007

Etiquetas

Se dio cuenta que siempre ponía a cada persona que conocía en un lugar específico según etiquetas para facilitarse mas las cosas y simplificárlas a la hora de clasificar, indicando si un hombre o mujer pertenecían a la categoría de los gordos, de los ignorantes, los estúpidos, las prostitutas, etc. Sin embargo al analizar lo mal que andaban las cosas en su vida decidió abandonar aquel sistema tan absurdamente fallido, para comenzar a focalizarse mas en las coincidencias que podía llegar a tener con los demás. Al poco tiempo fue arrancando cada etiqueta pegada a las personas que lo rodeaban una por una, y muy pronto se fue llenando de innumerables y gratas sorpresas como por ejemplo, cuando el verano pasado bebió un añejo ron con su antiguo peor enemigo en una quinta de Berisso, mojando sus pies en una pileta mientras conversaban sobre la vida.

3 comentarios:

meirlauquen dijo...

Hola , me gustaron mucho tus escritos ,te felicito .
Saludos desde Esquel, Chubut,Arg.

Andrea dijo...

Cuánta gente comete ese error de clasificar con etiquetas (yo muchas veces, incluso sin darme cuenta.)
Es difícil no dejarse llevar por los prejuicios, sobre todo cuando la sociedad nos educa de esa forma...
Hay que liberarse de esas lacras y mirar al otro abiertamente, sin juzgar...
Me gustó mucho el cuento.
Saludos!

Anónimo dijo...

Upsssssssssss yo tengo un metodo parecido para recordar el nombre de las personas. pero suelo ser mas amable.... nada de ignorante, gordos, y cosas de esas.

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